domingo, 10 de julio de 2011

Lubina, una captura inesperada






Desde hace ya varias semanas, voy detrás de las codiciadas doradas sin haber tenido hasta el momento, ningún encuentro serio.

Cada vez que planificamos unas salida, todo pescador cuida con mimo una serie de aspectos que siempre han de estar al 100%, como por ejemplo: los equipos, materiales, cebos y el tiempo. En este aspecto, últimamente no estamos teniendo muy buena suerte con las previsiones. A pesar de revisar varias webs que facilitan dicha información y confiando en que esta se va a mantener, el estado del mar ha acabado siendo muy diferente el final de alguna de estas jornadas, de como había empezado.

El motivo de hacer esta introducción, es sencillamente porque no es lo mismo planificar una jornada en busca de doradas con el mar algo rizado y pescar con cametas finas, que acabar pescando con olas de 1 a 1,5m y cametas mucho más cortas y gruesas, en una playa en la que esto ya es medio temporal. Son demasiados aspectos que condicionan sin duda la acción de pesca y más la de esta esquiva especie.

Como principal objetivo el de capturar alguna buena dorada, el último día de pesca asi lo enfoqué. Los cebos que utilicé en el pesquero eran, tita de palangre, llubarrero y lombriz catalana, por si al final me tenía que entretener con otras capturas. La noche no empezó muy bien, el agua estaba demasiado fuerte para mi gusto y lo que peor pintaba, era el viento de levante que a medida que se iba echando el día, cada vez era más fuerte

Después de varias horas de espera y ya sin ánimo de tener ninguna picada, en una de las cañas se produjo una buena destensada de la línea. Con el mar tan movido y la suciedad que había en superfície, de entrada pensé que podría haber sido algún plastico, pero una vez con la caña en la mano noté que venía la primera pieza, una doradella que hizo que mi retirada se alargase algo más. Con la caña fuera y mientras hacía las fotos, vi que otra de las cañas recibió una buena sacudida. Se trataba de la que tenía lanzada a menor distancia, por lo que rápidamente lancé la que ya había pescado y la tanteé, noté un fuerte tirón y con la ayuda del carrete, di hilo para apaciguar al contrario.
No me ofreció mucha resistencia durante la recogida, pero en los últimos metros y ya viendo la batalla perdida, volvió a pegar unos buenos cabezazos. Con tan poca visibilidad por el estado del mar, conseguí ver la silueta de una bonita lubina, que finalmente me alegró la noche. Hacía mucho tiempo que no tocaba una de este tamaño y me dio especial satisfacción. Mientras le sacaba el anzuelo con el llubarrero que se había tragado, me di cuenta que tenía una buena cicatriz en el lomo, seguramente ocasionada en su etapa juvenil por la hélice de alguna embarcación o por la flecha de algún pescasub.

2 comentarios:

  1. joer tio al final saliste gando tu, nosotros solmente sacamos unas cuantas mabrejas en salou.

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  2. Hola Antonio,
    Me alegra verte por aquí, bueno que te voy a contar, ya sabes lo feo que estaba el mar y aún peor que se puso después, pero aguantar al final valió la pena.
    Nos vemos
    Alex

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