jueves, 22 de mayo de 2014

Un mal lance lo pega cualquiera...


 
Hace unas semanas me llevé una soberana sorpresa en forma de doradón, en el último lance que hacía.
Tal y como ya he ido apuntando en los últimos posts, estamos teniendo jornadas de todo tipo, desde días de ausencia total de capturas, como días en que más o menos vamos tocando algo. Las doradas siguen estando muy reacias a entrar, pero la lectura positiva que hago es que no han desaparecido, como por estas fechas y hablo a nivel particular me ha sucedido en ejercicios anteriores.
Mi compañero Carmelo y el que suscribe volvíamos a las andadas, después de varias semanas en que no coincidíamos en un pesquero. Con la entrada del viento de Levante decidimos ir a una muy buena playa, que con unas condiciones de mar agitado e incluso fuerte, nos puede brindar una de aquellas picadas de infarto, los verrugatos y las doradas si están, suelen deleitarnos con buenas cargadas en las cañas.
 
 
Con las cañas en acción de pesca la tarde discurría sin ningún tipo de señal,  la lombriz y el llubarré que eran los cebos con los que empezamos la jornada salían intactos, no era un mal indicador.
Con el paso de las horas y ya de noche una de mis cañas marcaba picada. Una de las Split que tenía cebada con llubarré se le destensaba la línea del carrete y después de unos instantes saqué la primera captura de la jornada, se trataba de un pequeño sargo de apenas un palmo que se fue devuelta al agua.
Tocaba volver a revisar los engaños ya que continuábamos pescando con cebo blando, por lo que la más mínima entrada de la morralla dejaría nuestros anzuelos al descubierto. A si que sin más dilación, los dos nos dispusimos a revisar por última vez todas las cañas que teníamos en el agua. Una mala ejecución en el lance, me hizo dejar la caña que tenía más a la derecha a poco más de 100 metros de la orilla, con la línea totalmente en diagonal, no era problema porque estábamos solos en la playa y no molestaba a nadie. Sin mucha fe me dije que no la recogía y que así se quedaba, a pesar de no estar muy convencido de que en esa distancia me entrase ninguna pieza de buen tamaño.

Mientras estábamos charlando una de las cañas de Carmelo marcaba picada y acto seguido, otra de las mías también hacía lo mismo. Uno por un lado y el otro por el otro trabajábamos sendas piezas, un par de doradas que rondaban el kilo de peso. En mitad de la recogida aprecié que la caña que estaba “mal lanzada” una Shangrila Pro, tenía el puntero demasiado recto, pero cómo estaba en diagonal pensé que era un efecto por la posición de la caña. Conforme me acercaba a dónde tenía el cebo y dispuesto a desanzuelar la dorada que acababa de sacar, una fuerte sacudida me hizo ir rápidamente a por la Shangrila.

Nada más cogerla una carrera del pez me hizo temer lo peor, ya que aunque dejé el freno con el punto justo para que no se rompa la línea, la sacudida fue bastante violenta. Después de unos largos instantes de tira y afloja, sin saber muy bien de que pez se trataba, todo apuntaba a que podía ser un buen verrugato, por las carreras hacia los lados y la violencia con la que se movía y liberaba línea del carrete. Pero para nuestra sorpresa lo que se había tragado el llubarré y el anzuelo que escondía, era una buena dorada que pasaba de los 2kg. Me hizo pasar un rato de lo más divertido y sinceramente, disfruté como hacía tiempo no lo hacía con uno de estos animales.


El llubarré es un cebo infalible si no hay morralla
A veces nos obsesionamos con lanzar a grandes distancias y es cierto, que por norma general por allí rondan los ejemplares más grandes, pero como me sucedió no siempre es así.

martes, 13 de mayo de 2014

Las otras especies

Tembladera capturada en el Delta del Ebro que se fue por dónde vino

En estos meses en los que nos encontramos, la presencia de las especies denominadas menores se acrecienta, véanse jureles, herreras, palometas, obladas, etc. Una opción a tener muy en cuenta, cuando la actividad de nuestras amigas de la frente dorada, es muy baja o nula y si el periodo se prolonga durante semanas.

Es un ligero cambio de planteamiento que a veces es del todo necesario, si no queremos acabar dejando de lado las cañas por los continuos bolos. En mi caso, que también ando metido en competiciones de surfcasting, es de obligado cumplimiento, porque el hábito no hace al monje y si dejas de practicar esta modalidad de pesca algo más acelerada, llegado el momento, esta inactividad te acaba pasando factura si no te mueves más o menos rápido.
Palometa, una especie muy combativa que se junta en cardúmenes

Como ya he apuntado en otras ocasiones, me siento un privilegiado de vivir por esta zona, en apenas unos cuantos kilómetros hay escenarios para la pesca de doradas en otoño e invierno. Un poco más hacia el sur tengo relativamente cerca el paraíso del Delta de l’Ebre, con sus innumerables especies y a escasos minutos de casa, hay playas en las que en esta época en que estamos, los jureles, obladas y en años buenos las mabras, te hacen pasar jornadas de lo más entretenidas, eso si, si las anjovas les dejan comer.

Unos cuantos kilómetros más hacia el norte, tenemos las playas del Barcelonés, el Prat, Castelldefels, Gavà, escenarios predilectos para la pesca de lisas (mújoles). Una especie que en numerosas competiciones celebradas en Catalunya, su captura te dará el empujón necesario para quedar bien clasificado, una pesca de lo más divertida el día que damos con ellas, con sus numerosas picadas y su pelea continua. Ejemplares que pueden rondar los dos kilos y que con la utilización de bajos, pueden pescarse de dos en dos o incluso se pueden hacer tripletes, llevando al límite de rotura los montajes que utilizamos.


En resumen, que durante estos meses hay que buscar otras alternativas, puesto que las capturas de doradas a días de hoy, son mucho más esporádicas. No obstante hay que seguir tentándolas, porque como redactaré en otra entrada, el día menos pensado vuelven a dar la cara y nunca mejor dicho.