sábado, 29 de marzo de 2014

Todo o nada...


Antes de entrar en materia me gustaría hacer una reflexión en voz alta, ¿por qué es tan caprichosa la pesca?

A continuación os explicaré lo que me sucedió hace unas cuantas semanas, algo que a todos nos ha ocurrido en alguna ocasión… o en más de una.

Me voy a permitir el lujo de empezar este post, por el final de la jornada y como diríamos vulgarmente: “tirando línea”, con el resultado total de otro excepcional día de pesca. Esa noche me marché de la playa con 7 doradas, de entre los tres cuartos de kilo y los dos quilos y medio.
Se presentaba una jornada de lo más normal, sin grandes expectativas como siempre, siendo el pesquero que elegí uno de los top entre los que hay cerca de casa. La intención que llevaba era la de pasar un rato, iniciar la acción de pesca antes del atardecer y alargarla un par de horitas después de oscurecer, aprovechando la bonanza meteorológica y que las condiciones del mar eran del todo favorables. Un tiempo más que suficiente para realizar la tan necesaria DESCONEXIÓN.

Habitualmente me gusta iniciar las jornadas y con más motivo, si son en parte diurnas con cebos blandos, todo un clásico para mí y especialmente en invierno, así que arranqué con  “mi particular” cebo estrella, el llubarré. Después de una hora sin percibir ningún tipo de actividad, tocaba revisar los cebos por si la morralla había limpiado los anzuelos, cosa que no había sucedido comprobando que éstos estaban en perfecto estado.
Se acercaba el momento del crepúsculo, uno de los mejores indicadores de cómo puede acontecer la jornada,  ese preciso instante fue el detonante de la acción… primera caña picada.

La Shangrila-Pro que tenía más a la derecha, denotaba claramente que algo había picado, su sensible puntero híbrido dejaba de marcar en escasos segundos. La primera dorada que saqué fue la más grande de todas, pesó cerca de 2.5kg por lo que la cosa prometía. Al cabo de un rato y después de inmortalizarla en varias fotos, una de las Split de KaliKunnan perdía también la tensión en la línea. El arranque de esta segunda dorada, fue más imponente que el de la primera, aunque como suele ser habitual el tamaño no era acorde con su bravura, esta rondaría los 2kg que no está nada mal.
Al iniciar la jornada de día utilicé para el empatillado un fluorocarbono de máxima calidad, el H.D. Carbon Fune Leader de Duel en un grosor del 0,26. Los anzuelos fueron los Mustad Chinu del número 2 y también los Mustad Abumi también del 2, este último un anzuelo fino y resistente, que utilizo cuando andan recelosas y que las hace embocar con mayor confianza.

Las Split Surf esperando el momento de la picada
 
A partir de ese momento el ritmo se aceleró y en las siguientes dos horas, conseguí casi el resto del botín, otras cuatro doradas más.

Parte de las capturas de la jornada
 
Unos compañeros pescaban en una playa a escasos kilómetros de la que yo estaba y ante el recital que les iba transmitiendo por el wassapp, decidieron cambiar de sitio y acompañarme. Al poco de llegar y de empezar a poner su equipo en acción, sacaba la última de mis doradas y daba por concluida mi jornada. Ellos siguieron un par de horas más, pero de las doradas no tuvieron más noticias.

¿Entendéis ahora porqué lanzaba la pregunta del principio?.... Hasta la próxima