En los últimos meses, por un motivo u otro, no le he dedicado a la pesca desde embarcación, el tiempo que realmente se merece. Entre el surfcasting, los concursos y su preparación, el mal tiempo y también los pésimos resultados en algunas de las salidas embarcados, el poco tiempo libre de que dispongo, no me da para más.
Ante la fiebre doradera que recorre prácticamente todas las playas, me decidí por organizar una jornada matutina, en busca de esta hermosa y combativa especie, esta vez desde embarcación.
En esta jornada utilicé como cebos, americano y llobarrero, que esconderían anzuelos del modelo Chinu de Mustad, del 1 y del 1/0. Para su empatillado, para unos usé fluorocarbono Carbon Fune Leader de Duel del 0.26 de grosor y con los otros, el Amnesia de Sunset del 3.6 de diámetro.
Con el fondeo bien realizado y los equipos montados, iniciamos la acción de pesca de una jornada, que sinceramente me había imaginado como tranquila.
Rosa con el salabre hizo el resto, era nuestra primera dorada (desde embarcación) por lo que nos llenó de satisfacción. Al poco rato la actividad se multiplicó, sucediéndose las picadas y las capturas. Al fin y al cabo era lo que yo deseaba, quizá mi compañera hubiese preferido estar algo más tranquila, pero al final disfrutó de lo lindo, pescando ella los ejemplares de mayor tamaño.
Una mañana de pesca que sin duda dejó el listón muy alto y que en parte, me quitó el mal sabor de boca que arrastraba. En días posteriores repetimos con el tipo de pesca, que no con el resultado, pero como sucede en todas las modalidades, si el pescado no está o no quiere comer, no hay muchas vueltas que dar. Un bolo es doloroso y te hace volver a la realidad, al final tambien tiene algo de didáctico, aunque cueste encontrar el lado positivo.
Ante la fiebre doradera que recorre prácticamente todas las playas, me decidí por organizar una jornada matutina, en busca de esta hermosa y combativa especie, esta vez desde embarcación.
La previsión meteorológica era buena y las condiciones del mar inmejorables, sol, con una ligera brisa de levante y el agua un poco turbia, por el efecto del fuerte oleaje que había habido en días precedentes. Un plan ideal para mi infatigable compañera, que “disfrutaría” de un buen solecito y también para un loco de la pesca como yo, que encontraría el mar en óptimas condiciones.
Una vez elegido el pesquero, seguí las recomendaciones de un compañero del Norte, que con todo lujo de detalles, me explicó como realizaba él este tipo de pesca en aguas del Cantábrico.
Debo reconocer que adapté alguna de sus explicaciones, al entorno en el que nosotros desarrollamos nuestra pesca, el Mediterráneo, donde hay escasa incidencia de mareas, las algas aparecen en momentos muy puntuales y los tamaños de las capturas también son más comedidos.En esta jornada utilicé como cebos, americano y llobarrero, que esconderían anzuelos del modelo Chinu de Mustad, del 1 y del 1/0. Para su empatillado, para unos usé fluorocarbono Carbon Fune Leader de Duel del 0.26 de grosor y con los otros, el Amnesia de Sunset del 3.6 de diámetro.
Con el fondeo bien realizado y los equipos montados, iniciamos la acción de pesca de una jornada, que sinceramente me había imaginado como tranquila.
Al poco rato de tener las cañas en el agua, una suave picada delataba, que había algún pececito comiendo al otro lado de la línea, pasados unos instantes y esperando la repetición, esta se produjo, a lo que respondí con una firme clavada. De entrada, pensé que sería un pequeño pagel o una araña, pero cuando el pescado vio la barca, empezó a ofrecer más resistencia y me quedó claro por sus “martillazos”, que se trataba de una dorada.
Talismán más Scepter en acción |
Las cañas jugaron un papel decisivo, estábamos haciendo una pesca “finesse” y gracias a la sensibilidad de sus punteras intercambiables, la acción de pesca y el hecho de clavar buenos ejemplares, aumentaba aún más nuestra satisfacción. Ver como un ejemplar de casi 2kg, arqueaba considerablemente la caña y sacaba hilo de la bobina a escasos metros de la barca, era indescriptible. Las cañas eran una Tica Sengoku de 2.65 mts y una Tica Talismán de 3.20, tele-regulable hasta 3.80 mts. Carretes tamaño 6000 de Cando y Scepter de Tica, con las bobinas cargadas de monofilamento del 0.28 de grosor.
Despacito y buena letra |