jueves, 14 de febrero de 2013

Doradón XXL, la guinda del pastel...




Tal y como ya avancé en la entrada anterior, (http://xpescamar.blogspot.com.es/2013/02/las-doradas-mas-especiales.html), LA JORNADA del domingo nos brindó una última sorpresa. Además de por  la excepcional cantidad de piezas y el tamaño de la mayoría de ellas, una de estas sobresalía con diferencia por encima de todas las demás.
Tras la captura inicial decidimos inmortalizar la primera de las doradas, justo al lado de una de las Shangrila que teníamos en acción de pesca. Mientras mi padre “posaba” para la foto, ya me había parecido que el puntero de la caña hacía algo extraño, pero no le prestamos más atención. En el momento en que él me hacía un par de fotos, vi por el rabillo del ojo que la caña que tenía a mi lado se movía. Acto seguido, corrí a dejar la dorada que tenía en las manos dentro de la nevera, para sin perder más tiempo ir a tantear si había algo clavado. En este impase y conforme me iba acercando a la caña, pude comprobar que la línea estaba totalmente destensada.
Tras las primeras vueltas de manivela y cuando ya la línea recuperó la tensión, tuve una parada impresionante. Sin opción de recoger ni un centímetro, lo único que podía hacer era sentir como el pez que había al otro extremo, sin dar carreras, daba unos inconfundibles cabezazos. Quise cederle la caña a mi padre, pero insistió en que la trabajase yo, puesto que él hacía menos de 5 minutos que ya había sacado una. 

Estos peces una vez prendidos del anzuelo, transmiten una sensación especial, difícil de olvidar. Creo que todos los pescadores, en el momento en que sabemos que viene una captura,  intentamos  ponerle “cara” o más bien peso. Con una dorada a mi me resulta difícil, las hay que vienen bravas desde el principio y cuando ya las tienes en seco y observas su tamaño dices, parecía que iba a ser más grande. Al contrario también sucede, las hay que vienen relativamente mansas y cuando las ves en la última ola, piensas que no se corresponde con su envergadura.



Esta desde un principio, me dejó bien claro como era, no me dio tregua en ningún instante, alternaba sus habituales cabezazos con desplazamientos laterales aprovechando el oleaje, llevando al límite el equipo con el que estaba cansándola. El diámetro de la línea del carrete era del 0.15, del modelo Sunto de Kalikunnan, la cameta de casi dos metros era Hybrid de Yo-Zuri de un grosor del 0,30 y el anzuelo, un Chinu de Mustad modelo 10001 NP del número 1, oculto en un buen trozo de llubarré.
Reconozco que me puso el corazón en un puño, sobretodo cuando vi su enorme cola chapotear por encima de una ola. En ese momento pensé fugazmente, en la que había pescado hacía escasamente un mes, pero debía centrarme en sacarla del agua, antes de hacer comparaciones.
Con la ayuda de un par de olas conseguí ganar la batalla, tuve que agarrarla bien fuerte ya que el estado de la mar, me podía jugar una mala pasada. Una vez en lugar seguro, la explosión de júbilo de los dos fue increíble.
Soy consciente de que me va a resultar complicado superar semejante record, 67 centímetros y  4 kilos de peso, son un tamaño excepcional para las doradas que corren por aquí, pero mientras estás en el pesquero, nunca sabes lo que se puede enganchar de tú anzuelo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Las doradas más especiales


Escribir esta entrada me hace gran ilusión, más que por el contenido de fotos y capturas en si mismo, por haber visto feliz (además de pescando) a una persona  muy especial para mi, mi padre.
La distancia hace que no dispongamos del tiempo necesario, para poder planificar más salidas de pesca y generalmente, las que hacemos juntos son por motivo de los concursos de pesca de nuestra sociedad, por lo tanto nada que ver como cuando vas por libre.
La apuesta era arriesgada, porque en esto de la pesca nunca puedes dar nada por seguro. Como llevaba ya días tocando algunas doradas y las veía activas, les propuse que se viniesen a Tarragona a pasar el fin de semana. La idea que me propuso mi compañera, era hacer un intensivo, mi padre y yo de pesca y Rosa y mi madre de visita cultural por la ciudad (todo un detallazo), un reto complicado pero no imposible y con un objetivo claro, pescar doradas.

El primer día de pesca la playa elegida fue La Pineda, que estaba bastante concurrida por otros compañeros. El estado de la mar y el viento la hacían el mejor spot, esta decisión fue el primer acierto. La actividad se inició en el momento en que empezaba a oscurecer, una de las cañas que compartía con mi padre, se destensaba paulatinamente delatando una clara picada. Así que le “tocaba trabajar”, ya que al otro lado de la línea, todo apuntaba a que la primera dorada era lo que arqueaba el puntero de la Shangrila. Con mucha paciencia porque en los últimos 40 metros, había escasamente 30 centímetros de agua, el protagonista sacaba la primera dorada de la noche. Una buena captura que pasaba de los 2kg, que se había tragado un Chinu de Mustad del nº 1, con un buen trozo de llubarré.
La primera captura del sábado fue la mayor
Con esta captura ponía fin a una injusta y larga sequía con esta especie, por Blanes la zona por la que habitualmente pesca, no están todavía muy activas y quizás, son algo más difíciles de encontrar.
Esta primera captura daba el pistoletazo de salida a un jornada, que creíamos iba a ser excepcional, sin duda lo fue, pero luego llegó la jornada del domingo…


Carmelo que no dudó en venirse los dos primeros días, también estaba ajetreado y empezaba a tener picadas que se materializaban en capturas de dorada. Durante prácticamente un par de horas no nos dieron tregua, la actividad era frenética. Con la intención de ser algo más selectivos, cambiamos cebos, pasando a la tita de palangre, incluso al cangrejo y variamos las distancias del lance. En vistas de que la cosa no cambiaba y ya teníamos el objetivo inicial cumplido, dimos por concluido el primer asalto.


 
El planning para el día siguiente también incluía pesca, cualquiera hubiese repetido playa con el éxito de la jornada anterior. Pero decidimos cambiar de aires e ir a otra playa, en vista de que en La Pineda era más que probable que estaría masificada y también, por no “quemar” esa playa.
El sábado volvimos a tocar de pies en el suelo, muchas horas de pesca y escasas y pequeñas capturas, pero una experiencia más para los tres y una jornada de la que también extrajimos conclusiones.
El fin de semana llegaba a su fin, pero nos reservaba la guinda del pastel. Por tercera vez cambiamos de playa, un excelente pesquero que visito de tanto en cuanto y que a veces da la campanada. El domingo por la tarde si tocábamos alguna ya sería increíble y no solo las encontramos, si no que los tamaños fueron más que buenos. Tal y como sucedía el primer día, con la entrada de la noche hubo la primera picada. Estaba claro quien se haría cargo de trabajar la posible captura, yo miraba primero el puntero y luego observaba su cara, su expresión lo decía todo… ya sabía lo que venía al otro lado de la línea, una cabezona.
El resumen de la jornada fueron 6 capturas, 2 sardos y el resto doradas, todas ellas cogidas con llubarré, una de las cuales me tocó sacar a mí y que pronto saldrá en otro post.




Me llena de ilusión decir, que puede que hayan sido las capturas más especiales, por quien las ha conseguido. Hoy el protagonista de esta entrada te mereces ser tú.