domingo, 29 de junio de 2014

Dorada a surfcasting...picada brutal


En la última visita a una de los buenos spots de pesca de Tarragona, la jornada me deparó varias sorpresas que a continuación os contaré.

De entrada el parte del tiempo no era muy halagüeño, todo lo contrario de cómo estaba el mar. Un ligero viento de levante que inevitablemente arrastraba una espectacular tormenta, había movido el fondo y la superficie lo suficiente, como para que aunque solo fuese un rato intentar clavar alguna dorada. Nada más salir de casa empezaba a chispear, con lo que me surgió la pregunta de turno ¿vale la pena?, tenía cebo que gastar y no lo dudé mucho.

Al llegar a la playa vi a unos compañeros que llevaban desde la tarde, como el día había estado nublado los bañistas pronto habían recogido sus cosas y se podía empezar a una hora más temprana de lo que en esta época es normal.

Los cebos que tenía para esta jornada eran, llubarré, lombriz catalana y algo de americano pequeño que me habían sobrado de un campeonato. Para iniciar la pesca diurna como ya he comentado en otras entradas, me gusta utilizar cebos blandos, en esta ocasión la catalana y el llubarré. En una de las dos Split que iba a poner en acción de pesca, utilicé el montaje habitual de una cameta de unos dos metros, en esta ocasión con una nueva línea híbrida de la casa Duel, en concreto el Quick Shot en un diámetro del 26, en la que iba empatillado un anzuelo Chinu de Mustad del número 2.

En la otra caña monté un bajo de línea con dos hijuelas, con cametas de  1.7 metros, como los que utilizo para competición, con anzuelos bastante más pequeños de los que utilizo para pescar exclusivamente doradas. En este caso eran unos Sode de Mustad del número 8, con los que esperaba clavar alguna herrera, lubina o cualquier otra especie de tamaño medio que estuviese por la zona.

Después de un rato de estar con las cañas en acción de pesca y de revisar si la morralla actuaba y limpiaba los anzuelos, cosa que no sucedía, me entretenía con el dichoso móvil hablando con otros compañeros, que andaban pescando en otra playa. Una de las veces que levanté la vista vi por el rabillo del ojo, que la caña que estaba calada con el bajo de dos anzuelos, estaba doblada como un arco y que por instantes el carrete cedía hilo. Lo primero que se me pasó por la cabeza, era que una buena anjova se llevaba algún pescadito que se había clavado o en el peor de los casos, que sencillamente me cortaría la línea sin más problema, pero que equivocado andaba…

Cuando pude sacar la caña del soporte los tirones iniciales me desconcertaron, no me imaginaba que pescado podía ser. La línea corría hacia un lado de manera acusada, eso las doradas habitualmente no lo hacen y más a unos 100 metros de la orilla. Después de una lucha muy bonita tras una espectacular picada, pude vislumbrar la enorme cola de una dorada, que hundía la cabeza contra la arena intentando soltarse del anzuelo. Con la ayuda de un compañero finalmente la puse en seco, entonces comprobé que el anzuelo venía alojado en la parte dura del morro, fuera del alcance de sus potentes mandíbulas y que para darle más lógica a la dura pelea, se había clavado del anzuelo de arriba.
Dorada de algo más de 2kg que me alegró la tarde

Está claro que el montaje no iba destinado 100% a capturar un ejemplar de este tamaño, pero sin duda la calidad de los materiales que usemos y la mano que tengamos, a la hora de trabajar las piezas serán sinónimo de victoria y satisfacción.

La tormenta no nos dejó continuar y tuvimos que abandonar la playa a la carrera, antes de que la situación se volviese más peligrosa, esta vez el acierto fue total y sin mojarme ;))


martes, 17 de junio de 2014

Pesca desde embarcación...de estreno


En esta entrada toca hablar por fin de una jornada de pesca desde embarcación. Aprovechando el obligado o casi impuesto parón doradero a surfcasting, era el momento de hacer una salida en busca de pageles y otras especies no menos interesantes.

Salimos una plácida mañana, con la idea de desconectar de todo y disfrutar de una excepcional situación marítima, además si era posible intentar hacer un poco de acopio de pescado para disfrutarlo en la mesa.

Nos dirigimos a una zona de fondo mixto, piedras sueltas con cascajo en los alrededores y clapas totalmente limpias de arena en una sonda de entre 35 y 50 metros. El viento de tierra matutino, nos ayudaría a realizar derivas con las que localizar diferentes especies.

Como era de esperar serranos y doncellas acudían de inmediato a la cita, acompañados por alguna mojarrita, conforme salíamos de la zona más rocosa algunos pageles entraban en acción. No es la época en la que salen más grandes, ya que los ejemplares de mayor tamaño se suelen pescar generalmente en los meses fríos, pero es sin duda esta especie una de las más combativas y divertidas de pescar.

El montaje que utilicé para esta jornada, estaba compuesto por un bajo con dos cametas de metro. La madre del bajo era de fluorocarbono con un grosor del 0.28 (H.D CARBON FUNE LEADER-SUNLINE), los anzuelos eran Chinu de Mustad del nº 6 empatillados con una línea híbrida de un grosor del 0.24 (HYBRID-YO ZURI).

La caña es de dos tramos enchufable y de acción parabólica, lo que la hace algo más dura que una telescópica y que permite trabajar perfectamente las capturas. En concreto es el modelo Gaansbai 2.7 metros de KaliKunnan, que lleva dos punteros intercambiables uno más duro y otro más blando, el conjunto se completaba con un carrete Tica Taurus en tamaño 4000.

También cogimos alguna que otra araña, que mi mujer se encargaba de levantar del fondo con un pequeño jig, cuando decidimos dirigirnos a una zona de fondo totalmente arenoso y en el que suele ser fácil clavar alguna.

En resumen una jornada muy divertida y con los objetivos finalmente cumplidos.


jueves, 22 de mayo de 2014

Un mal lance lo pega cualquiera...


 
Hace unas semanas me llevé una soberana sorpresa en forma de doradón, en el último lance que hacía.
Tal y como ya he ido apuntando en los últimos posts, estamos teniendo jornadas de todo tipo, desde días de ausencia total de capturas, como días en que más o menos vamos tocando algo. Las doradas siguen estando muy reacias a entrar, pero la lectura positiva que hago es que no han desaparecido, como por estas fechas y hablo a nivel particular me ha sucedido en ejercicios anteriores.
Mi compañero Carmelo y el que suscribe volvíamos a las andadas, después de varias semanas en que no coincidíamos en un pesquero. Con la entrada del viento de Levante decidimos ir a una muy buena playa, que con unas condiciones de mar agitado e incluso fuerte, nos puede brindar una de aquellas picadas de infarto, los verrugatos y las doradas si están, suelen deleitarnos con buenas cargadas en las cañas.
 
 
Con las cañas en acción de pesca la tarde discurría sin ningún tipo de señal,  la lombriz y el llubarré que eran los cebos con los que empezamos la jornada salían intactos, no era un mal indicador.
Con el paso de las horas y ya de noche una de mis cañas marcaba picada. Una de las Split que tenía cebada con llubarré se le destensaba la línea del carrete y después de unos instantes saqué la primera captura de la jornada, se trataba de un pequeño sargo de apenas un palmo que se fue devuelta al agua.
Tocaba volver a revisar los engaños ya que continuábamos pescando con cebo blando, por lo que la más mínima entrada de la morralla dejaría nuestros anzuelos al descubierto. A si que sin más dilación, los dos nos dispusimos a revisar por última vez todas las cañas que teníamos en el agua. Una mala ejecución en el lance, me hizo dejar la caña que tenía más a la derecha a poco más de 100 metros de la orilla, con la línea totalmente en diagonal, no era problema porque estábamos solos en la playa y no molestaba a nadie. Sin mucha fe me dije que no la recogía y que así se quedaba, a pesar de no estar muy convencido de que en esa distancia me entrase ninguna pieza de buen tamaño.

Mientras estábamos charlando una de las cañas de Carmelo marcaba picada y acto seguido, otra de las mías también hacía lo mismo. Uno por un lado y el otro por el otro trabajábamos sendas piezas, un par de doradas que rondaban el kilo de peso. En mitad de la recogida aprecié que la caña que estaba “mal lanzada” una Shangrila Pro, tenía el puntero demasiado recto, pero cómo estaba en diagonal pensé que era un efecto por la posición de la caña. Conforme me acercaba a dónde tenía el cebo y dispuesto a desanzuelar la dorada que acababa de sacar, una fuerte sacudida me hizo ir rápidamente a por la Shangrila.

Nada más cogerla una carrera del pez me hizo temer lo peor, ya que aunque dejé el freno con el punto justo para que no se rompa la línea, la sacudida fue bastante violenta. Después de unos largos instantes de tira y afloja, sin saber muy bien de que pez se trataba, todo apuntaba a que podía ser un buen verrugato, por las carreras hacia los lados y la violencia con la que se movía y liberaba línea del carrete. Pero para nuestra sorpresa lo que se había tragado el llubarré y el anzuelo que escondía, era una buena dorada que pasaba de los 2kg. Me hizo pasar un rato de lo más divertido y sinceramente, disfruté como hacía tiempo no lo hacía con uno de estos animales.


El llubarré es un cebo infalible si no hay morralla
A veces nos obsesionamos con lanzar a grandes distancias y es cierto, que por norma general por allí rondan los ejemplares más grandes, pero como me sucedió no siempre es así.

martes, 13 de mayo de 2014

Las otras especies

Tembladera capturada en el Delta del Ebro que se fue por dónde vino

En estos meses en los que nos encontramos, la presencia de las especies denominadas menores se acrecienta, véanse jureles, herreras, palometas, obladas, etc. Una opción a tener muy en cuenta, cuando la actividad de nuestras amigas de la frente dorada, es muy baja o nula y si el periodo se prolonga durante semanas.

Es un ligero cambio de planteamiento que a veces es del todo necesario, si no queremos acabar dejando de lado las cañas por los continuos bolos. En mi caso, que también ando metido en competiciones de surfcasting, es de obligado cumplimiento, porque el hábito no hace al monje y si dejas de practicar esta modalidad de pesca algo más acelerada, llegado el momento, esta inactividad te acaba pasando factura si no te mueves más o menos rápido.
Palometa, una especie muy combativa que se junta en cardúmenes

Como ya he apuntado en otras ocasiones, me siento un privilegiado de vivir por esta zona, en apenas unos cuantos kilómetros hay escenarios para la pesca de doradas en otoño e invierno. Un poco más hacia el sur tengo relativamente cerca el paraíso del Delta de l’Ebre, con sus innumerables especies y a escasos minutos de casa, hay playas en las que en esta época en que estamos, los jureles, obladas y en años buenos las mabras, te hacen pasar jornadas de lo más entretenidas, eso si, si las anjovas les dejan comer.

Unos cuantos kilómetros más hacia el norte, tenemos las playas del Barcelonés, el Prat, Castelldefels, Gavà, escenarios predilectos para la pesca de lisas (mújoles). Una especie que en numerosas competiciones celebradas en Catalunya, su captura te dará el empujón necesario para quedar bien clasificado, una pesca de lo más divertida el día que damos con ellas, con sus numerosas picadas y su pelea continua. Ejemplares que pueden rondar los dos kilos y que con la utilización de bajos, pueden pescarse de dos en dos o incluso se pueden hacer tripletes, llevando al límite de rotura los montajes que utilizamos.


En resumen, que durante estos meses hay que buscar otras alternativas, puesto que las capturas de doradas a días de hoy, son mucho más esporádicas. No obstante hay que seguir tentándolas, porque como redactaré en otra entrada, el día menos pensado vuelven a dar la cara y nunca mejor dicho. 


domingo, 13 de abril de 2014

En abril doradas mil???


Hace escasamente unos días que hemos cambiado de estación, el invierno ya quedó atrás y la primavera se abre paso con fuerza.
Otras temporadas o por lo menos asi me ha sucedido por aquí, a las doradas les quedarían los días contados para empezar a desaparecer, o no saldrían con la relativa facilidad con las que nos las encontrábamos. Este año las cosas están siendo diferentes, los meses que teóricamente debían ser los mejores, enero, febrero y marzo, han sido menos generosos, innumerables salidas, algún que otro día excepcional (http://xpescamar.blogspot.com.es/2014/03/todo-o-nada.html  http://xpescamar.blogspot.com.es/2013/12/doradas-surfcasting-un-dia-excepcional.html) y bastantes jornadas  con piezas de escaso porte (estos días así también son positivos) o capturas únicas, que tampoco está mal.
Todo apunta a que este año las pautas que las últimas temporadas se estaban dando, difícilmente se van a cumplir o asemejar, parece que como ocurre cada cierto tiempo en este 2014 habrá un cambio de ciclo. Espero que aunque los meses cálidos, no siendo mis preferidos por la ocupación de las playas por bañistas, surfistas y demás, que tienen todo el derecho del mundo a ocupar estas zonas igual que nosotros los pescadores, aquellas playas que fueron tan generosas durante la canícula de hace ya unos años, vuelvan a recuperar su atractivo, algo me dice que probablemente lo serán.

De momento y esperando a comprobar si este hipotético cambio se produce, en una playa de las que más cerca de casa tengo y de las que menos frecuento, me pude desquitar de varios días en los que de las doradas poco supe.
Era una tarde de domingo, con un sol y una temperatura casi primaverales, los primeros paseantes ya se dejaban ver y sin prisa, pero sin pausa iniciaba mi jornada de pesca, un par de horitas antes del crepúsculo.
Con la primera caña ya en acción de pesca, me disponía a cebar la segunda, cuando por el rabillo del ojo vi “algo raro”, al girarme comprobé, que la Split tenía la puntera totalmente recta y la línea destensada. Antes de cogerla para comprobar que había, lancé la segunda caña con un buen trozo de llubarré, en el que iba un anzuelo Chinu de Mustad del nº2.


Cogí la caña que estaba picada y comprobé que venía una buena dorada, después de unos instantes de tira y afloja, la pude poner en seco con  cierta dificultad ya que delante de dónde pescaba, había una zona con un palmo y medio escaso de agua, lo que me complicaba la maniobra.
Al cabo de media hora la misma caña delataba picada, tras una bonita lucha, sacaba la segunda dorada de la tarde. Todavía era de día y aún quedaba rato para que empezase a oscurecer y ya llevaba dos doradas, que rondaban los 2kg cada una, algo poco usual pero que me hacía estar de los más esperanzado.
Con la entrada de la noche no hubo cambios, nuestras amigas de la frente dorada desaparecieron, o no estaban en mi tiro o algo las espantó de la zona, yo me quedo con los segundo después de ver como salió un pagel y la dentellada que llevaba.

Algún depredador merodeaba por la zona

sábado, 29 de marzo de 2014

Todo o nada...


Antes de entrar en materia me gustaría hacer una reflexión en voz alta, ¿por qué es tan caprichosa la pesca?

A continuación os explicaré lo que me sucedió hace unas cuantas semanas, algo que a todos nos ha ocurrido en alguna ocasión… o en más de una.

Me voy a permitir el lujo de empezar este post, por el final de la jornada y como diríamos vulgarmente: “tirando línea”, con el resultado total de otro excepcional día de pesca. Esa noche me marché de la playa con 7 doradas, de entre los tres cuartos de kilo y los dos quilos y medio.
Se presentaba una jornada de lo más normal, sin grandes expectativas como siempre, siendo el pesquero que elegí uno de los top entre los que hay cerca de casa. La intención que llevaba era la de pasar un rato, iniciar la acción de pesca antes del atardecer y alargarla un par de horitas después de oscurecer, aprovechando la bonanza meteorológica y que las condiciones del mar eran del todo favorables. Un tiempo más que suficiente para realizar la tan necesaria DESCONEXIÓN.

Habitualmente me gusta iniciar las jornadas y con más motivo, si son en parte diurnas con cebos blandos, todo un clásico para mí y especialmente en invierno, así que arranqué con  “mi particular” cebo estrella, el llubarré. Después de una hora sin percibir ningún tipo de actividad, tocaba revisar los cebos por si la morralla había limpiado los anzuelos, cosa que no había sucedido comprobando que éstos estaban en perfecto estado.
Se acercaba el momento del crepúsculo, uno de los mejores indicadores de cómo puede acontecer la jornada,  ese preciso instante fue el detonante de la acción… primera caña picada.

La Shangrila-Pro que tenía más a la derecha, denotaba claramente que algo había picado, su sensible puntero híbrido dejaba de marcar en escasos segundos. La primera dorada que saqué fue la más grande de todas, pesó cerca de 2.5kg por lo que la cosa prometía. Al cabo de un rato y después de inmortalizarla en varias fotos, una de las Split de KaliKunnan perdía también la tensión en la línea. El arranque de esta segunda dorada, fue más imponente que el de la primera, aunque como suele ser habitual el tamaño no era acorde con su bravura, esta rondaría los 2kg que no está nada mal.
Al iniciar la jornada de día utilicé para el empatillado un fluorocarbono de máxima calidad, el H.D. Carbon Fune Leader de Duel en un grosor del 0,26. Los anzuelos fueron los Mustad Chinu del número 2 y también los Mustad Abumi también del 2, este último un anzuelo fino y resistente, que utilizo cuando andan recelosas y que las hace embocar con mayor confianza.

Las Split Surf esperando el momento de la picada
 
A partir de ese momento el ritmo se aceleró y en las siguientes dos horas, conseguí casi el resto del botín, otras cuatro doradas más.

Parte de las capturas de la jornada
 
Unos compañeros pescaban en una playa a escasos kilómetros de la que yo estaba y ante el recital que les iba transmitiendo por el wassapp, decidieron cambiar de sitio y acompañarme. Al poco de llegar y de empezar a poner su equipo en acción, sacaba la última de mis doradas y daba por concluida mi jornada. Ellos siguieron un par de horas más, pero de las doradas no tuvieron más noticias.

¿Entendéis ahora porqué lanzaba la pregunta del principio?.... Hasta la próxima

 

sábado, 15 de febrero de 2014

Lubinas en el Delta del Ebro, cuando los astros se alinean...


A punto de acabarse la temporada lubinera, este año tuvimos oportunidad de planificar unas cuantas jornadas, en busca de las reinas de la espuma en el mejor lugar que tenemos en Cataluña, el Delta del Ebro.
 Es sin duda un paraíso para los que amamos este deporte, aunque en muchas ocasiones nos presenta el lado más duro e ingrato, pero si encontramos la noche en que se alinean los astros, podemos disfrutar como nunca y eso es lo que nos sucedió a Carmelo, Jonathan y a mí.

El día escogido estábamos en plena subida de una entrada de Levante, el primero en llegar a la playa fui yo, mientras mis compañeros recorrían los últimos kilómetros con el coche, yo elegía el lugar y hacía las primeras pruebas para averiguar si había corriente o algas, algo imprescindible antes de tener todo el equipo montado y evitar sorpresas. En vistas de que el oleaje nos permitía pescar con plomos de casting de 140 gramos y las algas no estaban por la zona, acabé de montar el resto del equipo y avisar a mis compañeros de cuál era el lugar dónde estaba, la playa de los Eucaliptus.
Teníamos el agua movida, había un par de rompientes una a unos 80/90 metros y otra entorno a los 200 metros (esta segunda inalcanzable). Entre ambas había zonas de espuma que se antojaban de lo más atractivas. La primera de mis cañas se fue a la primera rompiente y las otras dos hasta dónde pude lanzarlas.
Justo cuando mis compañeros empezaban a montar, la primera de mis cañas hacía un “extraño”, por un momento pensé que el plomo había saltado por la fuerza de la corriente y la línea corría hacia la derecha. Instantes después pude comprobar, que la corriente no era el motivo, se trataba de la primera picada de lubina, que de manera muy sutil se había tragado el anzuelo chinu de Mustad del número 1, escondido bajo un buen trozo de llubarré.
 
Les indiqué a mis compañeros dónde había salido la primera y acto seguido, ya tenía otra caña picada, en esta ocasión era una de las Split surf de Kalikunnan, una caña dura pero con un puntero muy agradecido y marcador. Tras un par de carreras salía la segunda lubina de la noche, justo después de cebar la caña y dirigirme a lanzar al lugar dónde tenía la piqueta, vi que la Shangrila-Pro que tenía a la derecha y que ya había sacado la primera, volvía a delatar picada. Estaba claro que estaban muy activas y durante un buen rato, las picadas se sucedieron tanto en mis cañas, como en las de mis compañeros que poco a poco se iban acercando a la cantidad que llevaba yo.

No teníamos mar de fondo, por lo que la elección para empatillar los anzuelos  fue esta vez Hybrid de Yo-Zuri en un diámetro del 0,33 (12 lbs), los carretes cargados con línea del 0,16 y los ya mencionados plomos de 140 gramos, los de casting de 125 gramos no aguantaban la fuerza del mar.

Tuvimos una noche redonda difícil de superar, pero cuidado, no debemos olvidar que este entorno es muy complicado, acertar con el día y en que se den las condiciones ideales para la pesca es una ardua misión. Ha habido días en que el Delta nos ha echado literalmente, bien por el estado del mar, por las algas y broza que sale de los canales que vienen de los arrozales o simplemente, porque el cangrejo o la pulga ha hecho imposible la pesca, aquí el porcentaje de fracaso es muy alto y así lo hemos vivido en nuestras carnes en muchas ocasiones, no obstante tiene un imán (no solo las lubinas) que año tras año nos hace volver.

 

viernes, 3 de enero de 2014

Verrugato a surfcasting


Hay que conocer muy bien una playa, para reducir el margen de error y hacer que una jornada sea fructífera, a pesar de esto algunas veces nos equivocamos, a continuación me explico.
Cuando ya has pescado en numerosas ocasiones en un mismo pesquero, sea cual sea el estado del mar y la época del año, empiezas a hacerte una pequeña composición de cómo puede acontecer la jornada. Sabes que vientos son los que le influyen de manera positiva o negativa, si el oleaje es mayor o menor, te permitirá pescar de una u otra manera y si con ese estado del mar, el pescado que posiblemente entre será de una especie u otra. Hay innumerables condicionantes o matices, que harán que tus previsiones se cumplan o no.
Ni más ni menos, es lo que nos sucedió hace unas semanas a mi compañero Carmelo y al que suscribe. Llegamos a una playa en la que el influjo del oleaje de Levante lo hace el ideal, no se nos pasó por la cabeza, que ya hacía días que el agua estaba fuerte y que en algunas playas de la zona, este hecho hace que las algas se levanten y la pesca sea muy dura o simplemente imposible, que es lo que pasó. Con las cañas ya montadas y en acción de pesca, nos dimos cuenta que poco a poco las líneas se iban cargando de algas y que nuestros cebos se tapaban. A pesar de esto los peces estaban activos, por este motivo aguantamos una hora más. En ese rato mi compañero sacó una doradella y tuvo un par de picadas, que es más que probable que fuesen de dorada, pero después de un par de roturas de línea y ver que la cosa no mejoraba, debíamos replantearnos la jornada, una opción era cambiar de playa y la otra marcharnos para casa (que era la que yo quería). Finalmente Carmelo me convenció y cambiamos de escenario, nos desplazamos a un pesquero “de invierno”, a 30 kilómetros de nuestro destino inicial. Una playa que da doradas, pero no todos los años (este ha sido malo), pero que por el contrario da otras especies, más típicas de los meses fríos y en los que las aguas están especialmente agitadas.
Con las cañas otra vez en acción de pesca, observo que una de las Split Surf se ha quedado con el puntero destensando. Por unos instantes dudé, en si el plomo de bola de 150 gramos con el que estaba pescando se habría levantado, pero al tensar la línea salí de dudas al instante. Después de un tira y afloja, saqué una dorada de algo más de un kilo, toda una sorpresa porque dado el estado del mar era la captura que menos esperábamos.


No pasaron ni diez minutos cuando otra vez la misma caña se volvía a destensar, se repetía el ritual, esta vez tenía algo más claro que lo que venía al otro lado de la línea era una dorada. El tamaño de esta era algo más grande, pero no mucho más, se había tragado un anzuelo Chinu de Mustad empatillado con Amnesia del 5.6 (equivalente a un grosor aproximado del 0.35) evitando así que las cametas se liasen de manera innecesaria.
 Los cebos que estábamos utilizando eran llobarré y tita de palangre y con ellos, conseguimos todas las capturas de la noche.
En días así siempre tienes la ilusión de capturar aquellos peces que se te resisten, bien por que son escasos o porque para aspirar a coger uno, las condiciones tienen que ser muy concretas y esto habitualmente no sucede. Esa noche tuve la suerte de toparme con un verrugato, un pez que por esta zona es escaso y a la vez, los pocos que salen suelen ser de pequeño tamaño.
Me han hablado maravillas de ellos, en cuanto a que son una de las especies más combativas que nos podemos encontrar, este en especial no dio mucha guerra, más bien poca, pero no por ello menguó la satisfacción. Al enfocar  y verlo en la poza que teníamos delante, justo antes de sacarlo del agua la alegría fue total, ahora solo faltaba sacarlo cosa que acabó sucediendo.

 Llevaba mucho tiempo deseando capturar uno de este tamaño, pero ya se sabe, en esto de la pesca cuanto más deseas una cosa, más tiempo tardas en conseguirla. La “culpa” de que esa noche fuese redonda la tiene mi compañero Carmelo, él fue quien me convenció, gracias amigo.


Un "premio" a la perseverancia