Aprovechando las calmas del mes de febrero y con la tregua de las borrascas, salimos a pescar a fondo, en busca de unos cuantos besugos o con algo de suerte de una buena móllera. Pero no, el que nos alegró parte de la mañana, fue este pargo granadito, el que se tragó el pulpito de uno de los anzuelos, en otro de ellos venía clavado un besugo, bastante más pequeño.
Para subirlo peleó lo suyo, pero el final está claro... pesó 2,600 kg.
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