Frío, mucho frío y también mucha suerte, es lo que tuvimos. Mañana gris, con algún grado por encima de cero, la mar movida por el viento de levante que soplaba y los señuelos, por momentos, saltando por encima de la superficie, la verdad es que no era muy placentero navegar. Mientras mí compañero sacaba una caña para cambiar el artificial, pensaba, "cuando la vuelva a echar al agua, saco la otra y hago lo mismo...", no tuve tiempo, la carraca del carrete empezó a sonar, no teníamos ni idea de lo que podía ser, no sacaba mucha línea, ni tampoco tiraba de manera exagerada. Al cabo de un poco, vimos asomar una espada en la superfície, no nos lo podíamos creer, era un pez espada pequeño, ahora quedaba meterlo en el salabre sín lastimarlo, fotos de rigor y oxigenarlo durante un poco, para que se recuperase antes de soltarlo. Hacía poco más de 80 centímetros. Para poder embarcar y llevarse uno de estos peces, hay que estar muy al corriente de la legislación vigente, además de disponer de los permisos correspondientes. Siempre hay que respetar las tallas mínimas.
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