En la última visita a una de los buenos spots de pesca de Tarragona, la
jornada me deparó varias sorpresas que a continuación os contaré.
De entrada el parte del tiempo no era muy halagüeño, todo lo contrario de
cómo estaba el mar. Un ligero viento de levante que inevitablemente arrastraba
una espectacular tormenta, había movido el fondo y la superficie lo suficiente,
como para que aunque solo fuese un rato intentar clavar alguna dorada. Nada más
salir de casa empezaba a chispear, con lo que me surgió la pregunta de turno
¿vale la pena?, tenía cebo que gastar y no lo dudé mucho.
Al llegar a la playa vi a unos compañeros que llevaban desde la tarde, como
el día había estado nublado los bañistas pronto habían recogido sus cosas y se
podía empezar a una hora más temprana de lo que en esta época es normal.
Los cebos que tenía para esta jornada eran, llubarré, lombriz catalana y
algo de americano pequeño que me habían sobrado de un campeonato. Para iniciar
la pesca diurna como ya he comentado en otras entradas, me gusta utilizar cebos
blandos, en esta ocasión la catalana y el llubarré. En una de las dos Split que
iba a poner en acción de pesca, utilicé el montaje habitual de una cameta de
unos dos metros, en esta ocasión con una nueva línea híbrida de la casa Duel,
en concreto el Quick Shot en un diámetro del 26, en la que iba empatillado un
anzuelo Chinu de Mustad del número 2.
En la otra caña monté un bajo de línea con dos hijuelas, con cametas
de 1.7 metros, como los que utilizo para
competición, con anzuelos bastante más pequeños de los que utilizo para pescar
exclusivamente doradas. En este caso eran unos Sode de Mustad del número 8, con
los que esperaba clavar alguna herrera, lubina o cualquier otra especie de
tamaño medio que estuviese por la zona.
Después de un rato de estar con las cañas en acción de pesca y de revisar
si la morralla actuaba y limpiaba los anzuelos, cosa que no sucedía, me
entretenía con el dichoso móvil hablando con otros compañeros, que andaban
pescando en otra playa. Una de las veces que levanté la vista vi por el rabillo
del ojo, que la caña que estaba calada con el bajo de dos anzuelos, estaba
doblada como un arco y que por instantes el carrete cedía hilo. Lo primero que
se me pasó por la cabeza, era que una buena anjova se llevaba algún pescadito
que se había clavado o en el peor de los casos, que sencillamente me cortaría
la línea sin más problema, pero que equivocado andaba…
Cuando pude sacar la caña del soporte los tirones iniciales me
desconcertaron, no me imaginaba que pescado podía ser. La línea corría hacia un
lado de manera acusada, eso las doradas habitualmente no lo hacen y más a unos
100 metros de la orilla. Después de una lucha muy bonita tras una espectacular
picada, pude vislumbrar la enorme cola de una dorada, que hundía la cabeza
contra la arena intentando soltarse del anzuelo. Con la ayuda de un compañero
finalmente la puse en seco, entonces comprobé que el anzuelo venía alojado en
la parte dura del morro, fuera del alcance de sus potentes mandíbulas y que
para darle más lógica a la dura pelea, se había clavado del anzuelo de arriba.
Dorada de algo más de 2kg que me alegró la tarde |
Está claro que el montaje no iba destinado 100% a capturar un ejemplar de
este tamaño, pero sin duda la calidad de los materiales que usemos y la mano
que tengamos, a la hora de trabajar las piezas serán sinónimo de victoria y
satisfacción.
La tormenta no nos dejó continuar y tuvimos que abandonar la playa a la
carrera, antes de que la situación se volviese más peligrosa, esta vez el
acierto fue total y sin mojarme ;))