Antes de entrar en materia me gustaría hacer una reflexión en voz alta, ¿por
qué es tan caprichosa la pesca?
A continuación os explicaré lo que me sucedió hace unas cuantas semanas,
algo que a todos nos ha ocurrido en alguna ocasión… o en más de una.
Me voy a permitir el lujo de empezar este post, por el final de la jornada
y como diríamos vulgarmente: “tirando línea”, con el resultado total de otro excepcional día de pesca. Esa
noche me marché de la playa con 7 doradas, de entre los tres cuartos de kilo y los
dos quilos y medio.
Se presentaba una jornada de lo más normal, sin grandes expectativas como
siempre, siendo el pesquero que elegí uno de los top entre los que hay cerca de
casa. La intención que llevaba era la de pasar un rato, iniciar la acción de pesca
antes del atardecer y alargarla un par de horitas después de oscurecer,
aprovechando la bonanza meteorológica y que las condiciones del mar eran del
todo favorables. Un tiempo más que suficiente para realizar la tan necesaria
DESCONEXIÓN.
Habitualmente me gusta iniciar las jornadas y con más motivo, si son en
parte diurnas con cebos blandos, todo un clásico para mí y especialmente en
invierno, así que arranqué con “mi
particular” cebo estrella, el llubarré. Después de una hora sin percibir ningún
tipo de actividad, tocaba revisar los cebos por si la morralla había limpiado
los anzuelos, cosa que no había sucedido comprobando que éstos estaban en
perfecto estado.
Se acercaba el momento del crepúsculo, uno de los mejores indicadores de
cómo puede acontecer la jornada, ese
preciso instante fue el detonante de la acción… primera caña picada.
La Shangrila-Pro que tenía más a la derecha, denotaba claramente que algo
había picado, su sensible puntero híbrido dejaba de marcar en escasos segundos.
La primera dorada que saqué fue la más grande de todas, pesó cerca de 2.5kg por
lo que la cosa prometía. Al cabo de un rato y después de inmortalizarla en
varias fotos, una de las Split de KaliKunnan perdía también la tensión en la
línea. El arranque de esta segunda dorada, fue más imponente que el de la
primera, aunque como suele ser habitual el tamaño no era acorde con su bravura,
esta rondaría los 2kg que no está nada mal.
Al iniciar la jornada de día utilicé para el empatillado un fluorocarbono
de máxima calidad, el H.D. Carbon Fune Leader de Duel en un grosor del 0,26.
Los anzuelos fueron los Mustad Chinu del número 2 y también los Mustad Abumi
también del 2, este último un anzuelo fino y resistente, que utilizo cuando
andan recelosas y que las hace embocar con mayor confianza.Las Split Surf esperando el momento de la picada |
A partir de ese momento el ritmo se aceleró y en las siguientes dos horas, conseguí
casi el resto del botín, otras cuatro
doradas más.
Parte de las capturas de la jornada |
Unos compañeros pescaban en una playa a escasos kilómetros de la que yo
estaba y ante el recital que les iba transmitiendo por el wassapp, decidieron
cambiar de sitio y acompañarme. Al poco de llegar y de empezar a poner su
equipo en acción, sacaba la última de mis doradas y daba por concluida mi
jornada. Ellos siguieron un par de horas más, pero de las doradas no tuvieron
más noticias.
¿Entendéis ahora porqué lanzaba la pregunta del principio?.... Hasta la
próxima