sábado, 26 de enero de 2013

Dorada XXL a surfcasting



No hace muchos años que practico el tipo de pesca que, últimamente me tiene enganchado: el de la dorada a surfcasting.
Si algo he aprendido a base de compartir jornadas y charlas con grandes pescadores y también echando muchas horas a pie de playa, es que los tiempos han cambiado o están cambiando. A continuación me extiendo un poco más y hago en voz alta, mi particular reflexión.
Siempre había tenido entendido, que las grandes doradas y las jornadas en las que había numerosas capturas de esta especie, se daban principalmente en los meses cálidos o al inicio y final de la época estival (Mayo-Junio/ Septiembre-Octubre). Esto sin duda no lo voy a cuestionar y generalmente, sigue sucediendo así. Pasado este intervalo de tiempo y con la inevitable bajada del mercurio de nuestros termómetros, las jornadas de pesca se enfocan en la captura de otro tipo de especies.

 
-      Lubinas y sargos los días en que las aguas están fuertes durante los temporales.
-      Pageles en aquellas jornadas diurnas en los que el mar está en calma y el día es soleado y en algunas zonas, también se encuentran en esta época en su momento álgido, los besugos (aligotes).

Hay otras muchas especies que también están activas, pero quizá por ser de bajo interés deportivo, culinario y de tamaños contenidos, las dejaré de lado.
¿Qué está sucediendo entonces con las doradas? Ya nos ocurrió el año pasado y este 2013, está empezando de la misma manera, a falta de lubinas nuestras amigas de la frente dorada, siguen estando ahí, ¡y de qué manera!.

La primera semana de Enero, fui a una playa que se está posicionando entre las primeras de mi ranking, por no decir que actualmente es la mejor. En un porcentaje muy elevado, casi siempre acaba dando alguna captura, aunque para obtener tan codiciado premio tengas que exigir al máximo los equipos, así que tienes que estar muy fino con el lance.
Una vez en el pesquero pude comprobar, que tan solo había otro pescador a unos 300 metros de dónde yo me había puesto. Ir a pescar solo como muchas veces sucede, es aburrido y hasta se hace duro, pero en algunas playas se agradece que haya tan poca concurrencia. 

En esta jornada quería probar una caña de la marca Tica, en concreto el modelo Matsuo que por gentileza de los amigos de Calicó tenía oportunidad de testar. Una más del amplio repertorio de novedades, que este año presentan y que no me defraudó.
Con las cañas en acción de pesca y todas ellas cebadas con llubarré, iniciaba la espera con el claro objetivo de tentar a alguna dorada. Las condiciones del mar eran las idóneas, un ligero oleaje de levante y sin ningún tipo de viento, por lo que solo hacía falta que empezase la acción.
Pasado un tiempo considerable y después de haber revisado que los cebos salían intactos, llegaba la primera picada, una ligera destensada de la línea que acabó siendo una herrera de pequeño tamaño.
La siguiente picada se hizo esperar, llegó en ese momento en que estamos apurando los últimos minutos de la jornada y en los que anhelamos, que una pieza nos alegre cualquier gélida noche. Una casi imperceptible picada me puso en jaque. Al ver que no repetía decidí dar unas vueltas de manivela y arrastrar el plomo a ver que sucedía. En ese momento el puntero de la caña se empezó a arquear y no tuve más remedio, que ceder línea hasta que aflojase el ímpetu de la carrera inicial. Al instante y por los cabezazos que me daba, supuse que era una dorada no demasiado grande. La pelea no fue larga, ya que me vino muy de cara hasta que llegó a un bancal, situado a unos 50 metros de la orilla, allí el tema cambió de manera radical como suele suceder con esta especie. 



Mi sorpresa llegó en el momento en que ya la tenía a unos 20 metros, encima de la ola pude vislumbrar el tamaño que tenía y entonces los nervios aparecieron en escena. Después de un par de carreras y ayudado por el oleaje, la puede poner en seco. Sin duda hasta el momento, es la dorada más grande que he cogido: 60 centímetros, una pieza excepcional.

Una imagen vale más que mil palabras...

Después de una picada fallada, di por concluida la jornada, a la que no se le podía pedir más.
En días posteriores y en otras playas la racha ha continuado, no en cuanto a tamaños, pero si en capturas. Poco a poco las iré desgranando en otras entradas, que espero os resulten interesantes.

miércoles, 16 de enero de 2013

Calamares invernales a curri

 Mucho tiempo ha pasado desde la última salida en barca, afortunadamente el tiempo libre que me deja mi trabajo es limitado, lo que en estos tiempos que corren es una verdadera alegría. Además tengo la gran fortuna, de que mi pareja, las veces que me planifico una salida de pesca, si es a surfcasting es muy tolerante y si es embarcado, no duda en enrolarse y participar en todo.

Como ya he apuntado en algún otro post, la pesca de calamares a curri en período invernal es para mí especial. La navegación nocturna es del todo placentera, pero también lo es dura y no está  exenta de peligros, ya que se tienen que conocer muy bien los escollos rocosos y armarse de valor, para aguantar las bajas temperaturas. En contra partida es a su vez muy gratificante, ya que el trofeo con el que nos encontraremos es todo un manjar y un animal que a veces es difícil de engañar.
Aprovechamos una tarde de bonanza para embarcarnos e ir en su busca, en las zonas más querenciosas y no muy distantes de nuestro puerto base. Últimamente hay algunos compañeros, que han empezado a practicar esta modalidad de pesca y esto es sinónimo, de que todos los pescadores al final acabamos evolucionando.

Al salir por la bocana del puerto entramos ya en materia, poniendo las cañas en acción de pesca, carretes cargados con nylon del 0.30 del modelo Taiko de Kali Kunnan, con los frenos bien regulados para evitar roturas y pérdidas de capturas. Del surtido de señuelos Yo-Zuri, para esta jornada los elegidos fueron los de color naranja (excepcionales en otras ocasiones), los de lomo azul, verde y panza plateada y los de lomo negro y panza plateada (otros killer que siempre dan resultado).
El jibi de Yo-Zuri en color azul
Después de varias pasadas por una zona, dónde en otras ocasiones ya habíamos hecho capturas, el freno de uno de los Tica delataba que ya teníamos picada. Con mucho cuidado lo fuimos aproximando hasta la popa de la barca, para introducirlo en el salabre y el primero y único ya estaba embarcado. Tras insistir unas cuantas veces más y cambiar de señuelos, no volvimos a tener encuentro con ellos otra vez, así que con la única claridad de la luna, regresamos a nuestro puerto, con ganas de volver a salir otro día en busca de tan bonitos cefalópodos.

domingo, 6 de enero de 2013

Rockfishing, pageles y besugos

Hace unos días mi mujer y yo, organizamos una salida de pesca a una cala de la Costa Brava. Los partes de tiempo no eran muy favorables, ya que daban entrada de viento del Norte (Tramontana) a partir del mediodía. Así que tocaba buscar un lugar en el que estuviésemos protegidos, para cuando entrase este frío y seco viento. No teníamos intención de madrugar, puesto que la idea era pescar en las horas centrales del día en busca de pageles, prolongando la jornada hasta después de la caída del sol.
Gracias a un buen amigo, conseguí ubicar el pesquero al que hacía muchos años que no visitaba. Después de tener ya las cañas en el agua a diferentes distancias, todas cebadas con americano y llobarré, cametas largas en fluorocarbono (Duel Carbon Fune Leader del 0,26) y anzuelos finos (Abumi y Keiryu de Mustad), sólo faltaba situar el lugar en el que nos prepararíamos una buena parrillada para comer. En jornadas de este tipo vale la pena aprovechar y más, teniendo en cuenta que la jornada se antojaba larga y fría, así que únicamente hacía falta esperar a que empezasen a haber picadas.


El lugar de pesca era ideal, lo tenía todo, desde este emplazamiento le ganábamos muchos metros al mar, además de ser cómodo para moverse, tener bien colocadas las cañas y con lugares a los que acceder al agua, en caso de tener que salabrar alguna buena captura.
Las picadas no se hicieron esperar, al cabo de un rato la primera de las cañas que había lanzado, delataba una buena picada, que por la manera de arquear me hizo pensar que se trataba de un pagel. Cuando ya lo tenía a escasos 20 metros, se fue en busca del fondo quedando enrocado. Con paciencia y dejándolo un buen rato con la línea destensada, éste finalmente acabó saliendo y cuando ví el puntero otra vez arquear era el momento de levantarlo, la primera pieza ya estaba fuera.
En sucesivos lances se repetirían los enroques y por consiguiente las roturas de línea. No acababa de encontrar la zona limpia y las referencias que tenía, de dónde debía poner los cebos eran correctas, pero con el tiempo que hacía que no iba por allí y el efecto de los temporales sobre el fondo, éste estaría más  descarnado de lo que esperaba. Lo cierto es que la elección del lugar de pesca era arriesgada y hasta que encontré la zona buena, me costó la rotura de media docena de bobinas.
Con el paso de las horas, comprobamos que los meteorólogos se habían vuelto a equivocar, pocas veces me alegro de esto. El mar continuaba plano, el agua limpia y el viento era nulo, asi que esperaba que con la caída del sol, si los pageles no entraban, los que acabasen apareciendo fuesen los besugos (aligotes).



Finalmente fueron éstos los que nos alegraron esa dura jornada, ya que los que salieron eran de buen tamaño.
Por suerte o por desgracia, yo me quedo con la primera, no nos topamos con un buen ejemplar, porque no quiero pensar como lo hubíesemos podido sacar, ante tan difícil fondo. 

Con nuevo año recién empezado, si que me topé con un ejemplar XXL, pero esto lo dejo para otro post...