domingo, 16 de septiembre de 2012

Calamares desde embarcación 2ª parte



Calamares invernales



En esta segunda entrada, detallaré aquellos otros aspectos clave, que para mi son imprescindibles para poder abordar con garantías, una jornada de este tipo.
Tal y como sucede en casi todas las modalidades de pesca, cada pescador personaliza su técnica. Cuando digo técnica, englobo también el uso de los diferentes materiales y la acción que se les da, en función de los resultados que ha obtenido.
¿Que materiales nos van a hacer falta? Personalmente utilizo dos equipos, uno constaría de caña y carrete y el otro, de un plegador donde enrollar el aparejo. Para pescar de manera más cómoda, es evidente que lo haremos mejor con una caña. Evitaremos posibles líos, con el nilón que dejamos echado por el suelo y tendremos más espacio en la embarcación, para que pueda pescar más gente. 

  
Yo, por una cuestión sentimental y porqué no decirlo también, porque es como aprendí, sigo utilizando  el plegador. Relleno con una línea madre de un grosor de 0.50mm (que podría ser mayor), de esta manera reduzco enredos, por mediación de un giratorio reforzado, uno un terminal de unos 5 metros de fluorocarbono de un grosor del 0.23/0.25mm, al final del cual irá la jibionera. 25 o 30 centímetros por encima de esta, monto un par de topes de silicona, entre los que coloco un quita vueltas con imperdible, en el que pondré un jibidevón. Un montaje sencillo y discreto, que también nos servirá para utilizarlo con la segunda equipación.
En cuanto a la caña y el carrete, irá en función de las veces en que la pongamos en práctica. Si somos devotos de esta técnica y es una de a las que más tiempo dedicamos, podremos hacernos con un equipo específico de Tataki, en el que el tope lo pondremos nosotros y nuestra economía.

Plegador, "método tradicional"


Como no es mi caso, utilizo una caña de acción ligera y puntero sensible, de tipo light-jigging (que también utilizo para los calamares), con un carrete de tamaño 3000, cargado de trenzado de 0.06/0.08mm al que de igual manera que al plegador, uniremos el terminal. En este caso, reduzco el tamaño del giratorio para evitar dañar las anillas y facilitar su entrada en la bobina. Si el carrete que utilizamos tiene un ratio alto, tendremos en cuenta la velocidad de recogida, que en esta modalidad tiene que ser más bien lenta, para no desgarrarles la piel una vez cobramos la pieza.

Equipo ligero, más surtido Yo-Zuri
El aparejo lo debemos dejar bajar hasta el fondo, levantándolo unos centímetros para notar su peso. El movimiento que debemos imprimir al montaje es lento, con tirones acompasados que levanten la jibionera del fondo y a la vez que le den vida al jibidevón.  La picada del calamar es muy sutil, no esperemos grandes tirones aunque a veces los hay, (pero no de ellos). En el puntero de la caña o entre nuestro índice y pulgar (si lo hacemos con la línea en la mano), notaremos el peso del conjunto a través de la línea, cuando tengamos la picada sentiremos como esa carga desaparece y que el aparejo queda “en suspensión”. Es el momento de clavar y empezar a cobrar, sin perder nunca la tensión de la línea, bajando la mano o el puntero.
No hay que tener prisa al cobrarlos, suelen utilizar su sifón para intentar huir, por lo que deberemos tener mucho tacto y paciencia. También lo usan para darle color con su viscosa tinta, a todo lo que encuentran a su alrededor, ropa, equipos, etc.
El salabre no puede faltar, sobre todo para ejemplares de buen tamaño y con aquellos, que se han enganchado por sus patas más largas, que son con las que atrapan sus presas.
Con tanta acumulación de especies, calamares, jureles, bogas, también suelen entrar en acción las anjovas, que no dudan en arrebatarnos nuestro botín cuando han sucumbido a nuestro engaño. Una vez aparecen y si son constantes los “robos” o cortes de línea, lo más inteligente será cambiar de sitio o dar por concluida la jornada.
Con esta entrada, está completada la modalidad de pesca del calamar desde embarcación, ahora solo hace falta salir a por ellos.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Lubinas estivales


Con las playas todavía repletas de bañistas, no nos queda más remedio que amoldarnos a unos horarios de pesca y en mi caso, más cortos. Tener las cañas en acción de pesca antes de las 21 horas, es complicado y tampoco es cuestión que teniendo que madrugar  al día siguiente, alargar demasiado la jornada.
Las últimas salidas a surfcasting han ido encaminadas, a encontrarnos con las doradas. Dar con ellas y hacer varias capturas en una misma jornada, este año lo podríamos calificar como una hazaña. Mi compañero Carmelo y yo volvimos a una de las playas, que en años anteriores por estas fechas ya nos había dado buenos ejemplares.
Iniciamos la jornada pasadas las 21 horas cuando ya no había veraneantes, unas cañas lanzadas a larga distancia y otras, en lances por debajo de los 100 metros. El motivo de poner alguna caña en una zona más cercana a la orilla, no era para probar. Días atrás, un pescador había cogido varios ejemplares aproximadamente a esta distancia, por lo que nos preguntamos, ¿porqué no probar?.
Después de un buen rato sin ningún tipo de actividad, ni cerca ni lejos, mi compañero tuvo una buena picada. Era la caña que estaba cerca y que iba cebada con un trozo de llobarrero. Pasados unos instantes y después de un par de carreras, lo que en principio apuntaba a que iba a ser una doradella (la luz del frontal nos hizo despejar las dudas), apareció una lubina que pasaba del kilo. Sin duda fue una captura inesperada ya que el estado del mar, que se había ido aplanando conforme el viento amainaba y la escasez de oleaje, nada nos hacía pensar que las lubinas iban a estar por allí.
 
En vista de esta sorpresa y del poco éxito que estábamos teniendo con el cebo duro (tita de palangre), decidimos variar la estrategia y buscar a su pareja. A los pocos minutos era una de mis cañas la que delataba una picada. Por el cabeceo nervioso del puntero y por la anterior captura, nos confirmaba que iba a ser otra lubina. La escasa lucha que presentan estos animales, contrasta con la de otras especies, pero te llena de satisfacción el hacerte con tan esquiva especie.
Días después volvimos al mismo escenario ya que el mar estaba agitado, con oleaje fuerte, lo que nos abría un abanico de posibilidades y la opción de encontrarnos con otras especies (lubinas, doradas, verrugatos). Pero nuestro empeño resultó infructuoso y nos fuimos tal como vinimos, así es la pesca…